Cuando en las horas de disgusto íntimo, el desaliento te invada el alma y las lágrimas te afloren a los ojos, búscame: “¡Yo soy Aquél que sabe sofocarte el llanto y estancarte las lágrimas!”.
Cuando se te extinga el ánimo para arrastrar las vicisitudes de la vida y te halles en la inminencia de desfallecer llámame: “¡Yo soy la FUERZA capaz de removerte las piedras del camino y sobreponerte a las adversidades del mundo!”.
Cuando te falte la calma en los momentos de mayor aflicción y te consideres incapaz de conservar la serenidad de espíritu, invócame:
¡Yo soy la PACIENCIA que te hace vencer los trances más dolorosos y triunfar en las situaciones más difíciles!”.
Cuando el mundo te eluda con sus promesas falaces y percibas que nadie puede inspirarte confianza ven a Mí: “¡Yo soy la SINCERIDAD que sabe corresponder a la flaqueza de tus actitudes y a la excelsitud de tus ideales!”.
Cuando uno a uno fenezcan los ideales más bellos y te sientas en el auge de la desesperación, ruega por Mí: ” ¡Yo soy la ESPERANZA que te robustece la Fe y da calor a tus sueños!”.
Cuando dudes de todo, hasta de tus propias convicciones y el escepticismo te avasalle el alma, recurre a Mí: ” ¡Yo soy la CREENCIA que te inunda de luz y entendimiento y te habilita para la conquista de
la Felicidad!”.
Cuando te juzgues incomprendido de los que te circundan y veas que en torno hay indiferencia, acércate a Mí: ” ¡Yo soy la LUZ bajo cuyos rayos se aclaran la pureza de tus intenciones y la nobleza de tus sentimientos!”.
Cuando, inclemente, te azoten los vendavales de la suerte y ya nos sepas donde reclinar la cabeza, corre junto a Mí: ” ¡Soy el REFUGIO en cuyo seno encontrarás la guarida para tu cuerpo y la
tranquilidad para tu Espíritu!”.
Cuando te debatas en los paroxismos del dolor y tuvieres el alma ulcerada por los abrojos grita por Mí: ” ¡Yo soy el BÁLSAMO que cicatriza las llagas y te aminora los padecimientos!”.
Cuando la tristeza y la melancolía te pueblen el corazón y todos te causen aborrecimientos, llámame: “¡Yo soy la ALEGRIA que insufla un aliento nuevo y te hace conocer los encantos de tu mundo interior!”.
Cuando la impiedad se recuse a revelarte las faltas y experimentes la dureza del corazón humano, procúrame: “¡Yo soy el PERDÓN, que te levanta el ánimo y prueba la rehabilitación de tu espíritu!”.
Cuando ya no pruebes la sublimidad de una aflicción eterna y sincera y te desilusiones del sentimiento de tu semejante, aproxímate a Mí: ” ¡Yo soy la RENUNCIA, que te enseña a olvidar la ingratitud de los hombres y a olvidar la incomprensión del mundo!”.
Y cuando, en fin, quisieres saber quien soy, pregúntale al riachuelo que murmura y al pájaro que canta, a la flor que desabrocha y a la estrella que cintila, al joven que espera y al viejo que recuerda “
¡Me llamo AMOR el remedio para todos los males que te atormentan el Espíritu! ¡YO SOY JESÚS”!