Los seres humanos poseemos muchas características en común y muchas características que nos diferencian nos a otros. Las características que poseemos en común todos los seres humanos sin importar el género, etnia, circulo social o rangos de edad, estas características son las que conforman nuestra naturaleza humana. En cambio, las características diferenciales, que son específicas de un grupo humano (los varones a diferencia de las mujeres, los introvertidos a diferencia de los extravertidos, los jóvenes versus los viejos, etc.) forman parte de la identidad de los grupos y culturas. Finalmente nos encontramos con aspectos que son únicos de la persona: no hay dos individuos exactamente iguales, con la misma estructura genética, los mismos comportamientos consecuencia de igual aprendizaje temprano, las mismas aptitudes, intereses, habilidades y limitaciones. Cada persona es única, como combinación de elementos y factores.
En este contexto, nos centraremos en la comprensión de un punto en específico y que pertenece a una de las características individuales del ser humano y que es uno de los procesos psicológicos básicos del ser humano, la inteligencia.
Existen varias definiciones sobre este concepto y varias teorías para su estudio que autores clásicos como: Alfred Binet, Lewis Terman, Louis Thurstone, Howard Gardner, Charles Spearman, Robert Sternberg y Jean Piaget por mencionar algunos, son los que más aportaciones hicieron a este campo, todo con la finalidad de desarrollar un método de medición de la inteligencia, que, a su vez, desarrollo un interés por descubrir la esencia del desarrollo de la misma.
Tomemos como base la definición biológica de la inteligencia, que para nuestro estudio y para no excedernos en ámbito de las diversas teorías establecidas nos propone una idea generalizada.
La biología, define la inteligencia como la capacidad que nos permite adaptarnos a situaciones nuevas para sobrevivir y solventarlas con éxito. Para la biología la inteligencia es un rasgo individual, distintas personas responderán de forma diferente ante una misma situación.
Tomando como referencia esta definición y viéndola desde la perspectiva espirita recordemos la respuesta a la pregunta número 71 del Libro de los Espíritus:
“La inteligencia es una facultad especial de ciertas clases de seres orgánicos que les da, junto con el pensamiento, la voluntad de obrar, la conciencia de la existencia y de la individualidad, así como también los medios de establecer relaciones con el mundo exterior y de atender a sus necesidades. Pueden, pues, distinguirse: 1° los seres inanimados formados únicamente de materia, sin vitalidad ni inteligencia, tales son los cuerpos brutos; 2° los seres animados que no piensan, formados de materia y dotados de vitalidad; 3° los seres animados que piensan, formados de materia, dotados de vitalidad y que tienen además un principio inteligente que les da la facultad de pensar”.
Pregunta 71: El Libro de los Espíritus, Allan Kardec.
Pero ¿Para qué nos sirve entonces la inteligencia?, la función principal de la inteligencia no es conocer, sino alcanzar la felicidad y la dignidad. En este sentido, la moral hay que considerarla como el desarrollo más decisivo de la inteligencia, como una necesaria creación de la inteligencia. Por consiguiente, podemos definir la moral como el conjunto de soluciones más inteligentes que se nos ha ocurrido para resolver problemas que afectan a nuestra felicidad personal y a la propia convivencia.
En tendamos, desde la perspectiva de la doctrina espirita, el origen de la inteligencia como el medio hacia el desenvolvimiento moral, en un inicio, el principio inteligente que dio origen a los instintos, a las sensaciones, a las emociones, a los sentimientos y actualmente a la razón.
La inteligencia como regalo de la divinidad, debe ser enfocada hacia el razonamiento ético en todos los aspectos de la vida, en lo profesional, en lo social y en lo personal, sin dejar de lado que esto tiene que encaminarnos hacia la majestuosidad del amor en plenitud, entonces podemos afirmar que la inteligencia que el ser humano puede desarrollar a lo largo de la vida más allá de ser un medio para la adaptación al medio que lo rodea, es un medio para vivir en plenitud, por vía del amor.