En el mundo hay abundancia de oro.
Oro en el suelo, oro en el mar, oro en los cofres.
Pero el oro no resuelve el problema de la miseria.
En el mundo hay abundancia de espacio.
Espacio en los continentes, espacio en las ciudades, espacio en los campos.
Pero el espacio no resuelve el problema de la ambición.
En el mundo hay abundancia de cultura.
Cultura en la enseñanza, cultura en la técnica, cultura en la opinión.
Pero la cultura de la inteligencia no resuelve el problema del egoísmo.
En el mundo hay abundancia de teorías.
Teorías en la ciencia, teorías en las escuelas filosóficas, teorías en las religiones.
Pero las teorías por sí solas no resuelven el problema de la desesperanza.
En el mundo hay abundancia de organizaciones.
Organizaciones administrativas, organizaciones económicas, organizaciones sociales.
Pero, las organizaciones únicamente no resuelven el problema del crimen.
Para extinguir la llaga de la ignorancia que fomenta la miseria, para disipar la sombra de la ambición que genera la codicia, para exterminar el monstruo del egoísmo que promueve la guerra, para anular el cáncer de la desesperanza que conduce a la locura, y para extirpar el charco sangriento que lleva al infortunio, el único remedio eficaz es el Evangelio de Jesús anidando en el corazón humano.
Por lo tanto, seamos activos en la propagación de la Doctrina Espírita que lo desentraña de la letra para la construcción de una Humanidad nueva, irradiando así, la influencia y la inspiración del Divino Maestro por el sentimiento y la idea, por la directriz y la conducta, por la palabra y el ejemplo y parafraseando el concepto inolvidable de Allan Kardec en torno a la caridad. Proclamemos ante el mundo para la solución de sus problemas: Fuera del Cristo no hay salvación.