“Mi tarea de hoy es todavía mayor, porque quisiera representar al pensamiento de los que me oyen, y al de los millones de hombres que en toda Europa y América se han ocupado del problema aún misterioso de los fenómenos llamados espiritistas. Quisiera, poder representarles el interés científico y el porvenir filosófico del estudio de esos fenómenos (al que se han entregado, como nadie ignora, hombres tan eminentes entre nuestros contemporáneos). Me placería hacerles entrever los desconocidos horizontes que se abrirán al pensamiento humano, a medida que éste extienda el conocimiento positivo de las fuerzas naturales, que a nuestro alrededor funcionan. Demostrarles que semejantes comprobaciones son el más eficaz antídoto contra el cáncer del ateísmo, que parece ensañarse particularmente en nuestra época de transición, y atestiguar, en fin, de un modo público, el inmenso servicio que prestó a la filosofía el autor de El Libro de los Espíritus, despertando la atención y la discusión sobre hechos que hasta entonces pertenecían al mórbido y funesto dominio de las supersticiones religiosas.”
Extracto del Discurso de Camile Flammarion en el sepelio del insigne Codificador,
el 2 de abril de 1869