La conciencia no es un producto del cerebro, sino que procede del Espíritu y es independiente de las células.
A través del cerebro se exterioriza, y cuando los equipamientos de éste se presentan defectuosos, le impiden manifestarse en el área física.
El hombre es, por consiguiente, el ser espiritual momentáneamente encarcelado en un cuerpo de carne y hueso, al que debe conducir con elevación, procurando alcanzar la finalidad para la cual se encuentra en régimen transitorio, pues está destinado a la inmortalidad, a la gloria.
El instrumento somático desaparece una vez concluida la programación que el Espíritu estableció, al utilizarlo como medio para la reparación de los deslices morales del pasado y la adquisición de conocimientos y amor para el futuro.
Vivir con miras a la realización con miras a la materia constituye un grave error, cuyas consecuencias son lamentables, debido a la decepción que proporciona en razón de su constitución transitoria.
Despreciarla, con el pretexto de superarse mentalmente, también es un crimen de efectos dañinos, debido al valor de que está revestida.
La obligación del hombre es vivir conforme a las circunstancias, colocando su conciencia en Dios y liberandola de los límites estrechos del cuerpo.
Rompe, de esa manera, la ligazón entre tu conciencia y las pasiones que se manifiestan a través de tu cuerpo como remanentes de tus marchas ancestrales de las formas primarias.
Desata los lazos de la figura carnal en que predominan el dolor, la ansiedad, el hambre, la insatisfacción que frustra, las enfermedades que minan las resistencias morales.
Aquietate y respira libremente; olvida las limitaciones orgánicas y vuela con tu conciencia rumbo a lo infinito.
Sumergete en la luz de la esperanza y la paz, e irráadiala a favor de otras vidas.
Sé la claridad que se esparce para rasgar las sombras del cuerpo, las barreras del cerebro, las amarguras del corazón.
La conciencia es irradiación del pensamiento eterno, que se expresa en la dimensión de sus propios logros.
Lúcida, refleja las conquistas alcanzadas.
Confundida, demuestra la situación penosa en que aún se encuentra.
No obstante, siempre dispone de recursos para crecer y superar los obstáculos.
En condiciones de lucidez proporciona calma, confianza y fe irrestricta en el propio destino.
Cuando se halla aturdida, genera confusión y desarticula los implementos nerviosos a través de los que se manifiesta.
Consulta con la razón las imagenes de tu conciencia, y trabaja con ahínco el campo del amor y del conocimiento en que ella crece en busca de la Causalidad Cósmica.
Libro Momentos de Alegría
Divaldo Franco
Joanna de Ángelis.